domingo, 27 de mayo de 2012

Na na nanana na na na

Quisiera saber lo que escucha. Siempre la veo con unos cascos que no sé de dónde vienen, sé adónde llegan. Se instalan en sus orejas, pero no tengo ni idea de dónde salen. Parece que forman parte de su cuerpo, que son un órgano más. Quisiera saber lo que escucha porque tengo la impresión de que no puede dejar de prestar atención al sonido que emana de esos cascos. Cuando alguien le habla se separa los auriculares de las orejas y baja la diadema que los une a la altura del cuello, como un collar, pero no creo que oiga lo que le dicen. Creo que no puede percibir nada más allá de esos cascos. Por eso pienso que no es de este mundo, que ese cable, que no sé de dónde viene, sirve de vínculo entre los cascos y un planeta desconocido que solo ella habita.

Un día la encontré en una calle que recorría como si bailara. La seguí hasta un edificio muy estrecho y muy alto. Accedí con ella a la entrada sin que se diera cuenta de mi presencia y luego subimos por unas escaleras de caracol. Ella seguía sin darse cuenta de que yo iba detrás y continuó subiendo escalones. Cuando ya creía que esas escaleras no se terminarían nunca, llegamos a una puerta y se me antojó que la atravesaba en lugar de abrirla. Me quedé un rato sentado en el último escalón, intentaba recobrar el aliento. Más tarde, traté de atravesar la puerta como lo había hecho ella, pero me conformé con permanecer al otro lado con la oreja pegada a la madera para ver si por fin podía escuchar algo.  Después de unos minutos ocurrió, sentí cómo tras esa puerta se desnudaba, se descomponía, sentí que los cascos ya no formaban parte de su cuerpo, ni sus orejas, ni su pelo, ni sus brazos. Y en ese estado de descomposición se compuso y ya no tenía cuerpo, solo música. Fue entonces cuando lo escuché. Desde entonces no he vuelto a escuchar otro sonido más que ese. Quisiera saber lo que escucho.