Me gustaría saber
si él ha escrito algo en su diario sobre esa fotografía pegada en la pared de
mi salón. En realidad, no es mía, sino del otro. Aún así, a él le gustó mucho.
Por supuesto, no sabía que pertenecía al otro. Se habría enfadado, o habría fingido
que le parecía muy vulgar, o muy cursi, o muy negra. También me gustaría saber
si el otro se acuerda de haber tomado esa foto que tanto me impactó. Más
todavía, querría saber si el otro sabe que es el otro. Él se cree él, y por eso
le perturba cualquier acercamiento del otro. Teme que el otro deje de ser otro
y se convierta en él. Me pasó lo mismo cuando conocí a la otra. Al principio,
yo no dudaba de que yo era yo, pero luego, en alguna ocasión escuché a personas
ajenas, lejanas, referirse a mí como la otra. Cuando lo analicé con frialdad,
dejó de molestarme. Esas personas no eran importantes para mí, así que no me
importaba no ser yo para ellas. Solo me preocupaba por ser yo para los que yo
veía como ellos mismos. Ahora bien, imagina que él, a quien considero él por
encima de todos los demás, se da cuenta del aprecio que siento por el otro. En un
ataque de celos o de narcisismo me forzaría a dejar de ser yo, al menos durante
un rato. Y yo no podría evitar dejar de verlo como él mismo, se me antojaría un
poco igual a los demás, al menos también durante un rato.