viernes, 6 de diciembre de 2013

Fósil post-histórico



Alba Steiner (? - ?), Céroul            
Fósil post-histórico                         
2013                                                
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jueves, 17 de octubre de 2013

Burrasc Bitumé

Respondía al nombre de Burrasc y habían dado en apellidarlo Bitumé. Burrasc Bitumé, apenas pude conocerlo y quizá por eso nunca llegué a olvidarme de él. Burrasc Bitumé, conspicuo poeta contemporáneo de casi cualquier período histórico, su obra había sido traducida a treinta y dos lenguas distintas y publicada en más de cuarenta países. Cuando Vitum Zurrasqué, doctorando de la Universidad de Buenos Aires, decidió incluir en su tesis sobre poesía nómada a Burrasc Bitumé se dio de bruces contra un obstáculo insondable: no existían originales de los poemas del misterioso autor mediterráneo. Había traducciones a todas las lenguas romances y germánicas, también al chino y al japonés, incluso algunas versiones al esloveno y al armenio, pero ninguna de ellas remitía a una lengua meta. Burrasc Bitumé, conspicuo poeta y encumbrado traductor de sí mismo, pasó a la historia por no tener historia. Recuerdo con todo detalle lo mucho que no lo conozco.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Declaración de paz

Un país declaró la paz a otro y pronto estalló la enésima paz mundial. Más de treinta países tomaron partido. Fue una paz a muerte, ninguno de los bandos estaba dispuesto a rendirse. Como en todas las épocas convulsas, se tomaron medidas desmesuradas. Un ejército de sastres, armado con metros gigantes, fracasaba una y otra vez al calcular longitudes inabarcables. Los extremos se exaltaron tanto que no solo llegaron a tocarse, sino que se metieron mano sin ambages y follaron como conejos. De ese devaneo desaforado nació una camada enorme de extremos, unos monstruitos incontrolables, a quienes nadie supo poner límites. Había extremos sueltos por todas partes, en plena edad del pavo, con una crisis de identidad  irresoluble, pues ninguno de ellos encontraba a su contrario en aquella vorágine de lindes y deslindes. Se produjeron cambios territoriales que desafiaban los límites de la geopolítica. Hubo países que se anexionaron a otros para recuperar su dependencia. La mayoría de los territorios adoptaron medidas de contención, para reducir las fronteras nacionales y favorecer las internacionales. Muchos perdieron la vida en el campo de armisticio. A los que sobrevivieron no les irritaba la cruel ironía de los epitafios que rezaban «descanse en paz» y se consolaban pensando que más se perdió en la guerra.

jueves, 8 de agosto de 2013

Comida familiar

Llevaban organizándolo desde hace meses, no era fácil que todos los miembros de la familia se pusiesen de acuerdo. Algunos vivían lejos, otros vivían cerca. Los que vivían lejos echaban en cara a los otros que viviesen tan lejos y ellos, ofendidos, contestaban que siempre habían vivido cerca. Al final decidieron reunirse en un lugar a medio camino entre unos y otros. Quedaba fijar una fecha. Uno de ellos propuso el día seis, pero a muchos les parecía demasiado pronto y  quisieron posponerlo para el día seis del mes siguiente. El grupo quedó así dividido entre los que se decantaban por encontrarse demasiado pronto y por los que preferían que fuese demasiado tarde. Uno de los que pertenecía al grupo de los de demasiado pronto sugirió elegir una fecha intermedia, pero todos los del otro grupo se opusieron y al final resolvieron lanzar una moneda al aire. Ganaron los de la oposición, es decir, los que preferían que fuese demasiado tarde. Aunque se alegraron, no estaban del todo satisfechos y discutieron con el otro grupo, pues ellos no querían codificarse como los de la oposición solo por haberse negado a elegir una fecha intermedia. Los de la oposición debían ser los otros, ya que ahora eran ellos quienes tenían el poder.

Concretados la fecha y el lugar, solo faltaba elegir el menú. Más les valía transigir y zanjar el asunto cuanto antes porque todo indicaba que en esta comida familiar se iban a comer los unos a los otros. Para mi sorpresa, no hubo ninguna duda, la mitad de los asistentes propuso al unísono el mismo plato y la otra mitad asintió con entusiasmo. El día seis no faltó nadie, los adultos mandaron a los niños poner la mesa y obedecieron sin rechistar. A las dos en punto la comida estaba lista y los comensales, también. Procedieron todos a la vez al primer y único bocado del plato único, la textura era suave y dejaba un sabor muy refrescante en el cielo del paladar. A pesar de haber utilizado la cubertería reservada para ocasiones especiales, el plato se comía con las manos. Podría parecer una costumbre algo incivilizada, pero enseguida, con el cañón en la boca, las salpicaduras de sangre y los restos de masa encefálica les traerían sin cuidado después de apretar el gatillo.

martes, 23 de julio de 2013

Línea editorial

Se había obsesionado con los autores jóvenes. Se veía a sí mismo como un cazatalentos. Los talentos no debían de verle así, porque no se acercaban a él, o quizá sí lo veían y preferían huir antes de ser cazados.
 
—¿Pero no entiendo por qué te empeñas tanto en eso? Deberías transigir un poco más. ¿No pueden ser autores simplemente, al margen de la edad? ¿O jóvenes solo? De esos hay bastantes, aunque cada vez menos, con la crisis la gente ya no se atreve a tener hijos.

—No, tienen que ser autores y tienen que ser jóvenes al mismo tiempo.

—Pues lo tienes muy crudo, a lo mejor encuentras a un joven que se convierte en autor con los años.

—Estoy convencido de que hay gente ahí fuera con el perfil que busco.

—A ver, piensa antes de hablar. Yo creo que hablas sin pensar y la palabra dicha se apropia del pensamiento. ¿Por qué tienen que ser jóvenes?

—Porque tienen todo el futuro por delante.

—¿Y si resulta que tu querido autor joven escribe de forma muy mediocre y con el tiempo empeora? Caerá sobre ti el peso de los textos infames durante más tiempo. Es mejor elegir a alguien ya entrado en años, porque si te sale rana no tendrás que soportarle tanto.

—Por supuesto, los jóvenes autores a los que me refiero deben estar muy lejos de la mediocridad.

—Y tan lejos que al final de su vida acabarán en la abyección.

—No te hagas el listillo.

—¿Pero autores de qué?

—Autores de una obra injustamente desconocida.

—De esos ya hay demasiados. No dejo de escuchar por ahí que fulano, mengano y zutano tienen obras injustamente desconocidas. Yo creo que se copian unos a otros para ejercer presión. Tienen reuniones clandestinas en las que se dedican a escribir textos injustamente desconocidos. Cada vez se van sumando más escritores, la unión hace la fuerza, pero luego te encuentras que más allá del ruido solo hay unas pocas nueces. En realidad, es todo un género hoy en día. ¿Vas a montar una editorial especializada entonces? Si te va bien, a lo mejor yo también me animo a emprender mi propia editorial. No obstante, será una editorial a la inversa, que no publique, es decir, en lugar de hacer un texto público, lo haré privado. A raíz de tu labor, me encargaré de obras injustamente conocidas.

viernes, 5 de julio de 2013

lo que dupin

Escribirlo todo, y que el texto involucione a medida que avanza así sin comas así sin signos de puntuación asi sin ninguna marca ortotipografica para que seas tu el que acentue como prefiera el que escoja la prosodia que mejor te conviene escribirlo todo asi en bruto para que el envoltorio se antoje poco sugestivo para presentarlo como la carta robada convertida en un guiñapo esa carta a la que dejan calva sin que por ello la cocorota deslumbre y sin que por ello la cabeza pierda clarividencia no no significa que cese de significar solo hay una interrupcion entre un significante y un significado la falla mas natural mas antigua de todas existe antes que la de motagua existe antes que las mayusculas antes de que aprendiesemos a llamar lenguaje al lenguaje antes de desaprender que hasta lagrietamasincisivapuededisfrazarsedeamalgama

jueves, 20 de junio de 2013

Hematoma

La ciudad nunca se me había presentado tan hostil hasta que, de pronto, una tarde, en mitad de una calle muy transitada y a plena luz del día, me paré en seco y tuve la certeza de que nunca sería mi ciudad, ni esta, ni aquella, ninguna de las que he pisado. Durante un momento pensé que sí, que podía moldearla, que se dejaría, que el asfalto y los adoquines aguantarían mis huellas, pero si caía contra el suelo, el cemento me devolvía sangre, la mía, que se convertía en una mancha oscura más, algo que podía confundirse con cualquier vómito viejo o excremento de perro. Entre mi sangre derramada y el resto de la acera no encontré ninguna relación de parentesco. Todas las ciudades fingen tener muchos hijos, postizos todos ellos. No hay consanguinidad. 

¿Acaso puede entenderse de otro modo cuando el asfalto nunca va a devolverte la sangre que brota de una herida  que él mismo ha producido? La ciudad desangra a todos sus hijos apócrifos por igual y luego, con suerte, ellos solos encuentran algún tipo de conexión entre una anemia y otra. La ciudad cría cuervos y ellos se juntan. No se sacan los ojos, solo sangre huérfana.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Discurso de una paciente recogido por Myra Klieg

Un día, a una hora imprecisa, en la planta que albergaba a los pacientes que, según los psiquiatras, sufrían algún tipo de trastorno mental, Myra Klieg conoció a una mujer que le leyó algo que había recogido por hablado, no por escrito, pues la enfermedad de esta mujer se caracterizaba por la agrafía, entre una lista inabarcable de síntomas. A continuación les ofrecemos la transcripción de ese discurso.

Lo más flaco que tengo es el rostro, se intuye tan demacrado que apenas se ve. Se supone que las facciones constituyen nuestras señas de identidad, pero yo apenas tengo cara. Yo carezco de identidad, por eso las robo. Soy casi la protagonista de una película de Georges Franju, y aún menos que eso, pues la única película en la que aparezco es la que yo misma ruedo, condenada a girar una y otra vez en el mismo rollo de celuloide, que ni siquiera puede arder. Es inflamable, pero no prende, del mismo modo que yo tengo un cuerpo y un semblante, pero solo soy corpórea, o más bien sobre todo soy corpórea y solo soy desemblante; porque esa diferencia, lo que caracteriza mi rostro, que no es más que la ausencia de rasgos, apenas pesa, por lo menos, no tanto como el cuerpo, y la diferencia, la de mi no-rostro y la que hay entre este y mi sí-cuerpo –hay que enfatizar su presencia, su corporeidad,  es un sicuerpo–  se antoja abismal. Mi sicuerpo está tan lejos de mi no-rostro, como mi no-rostro de los demás, que constituyen un organismo, completo y unificado, no han sufrido el desgarro, no entienden de fallas producidas en el cuello. Los demás creen que no existe decapitación sin guillotina, sin sablazo, pero hay un degüello, el más cruel de todos, en el que quien lo padece conserva la cabeza sobre los hombros, aunque esos hombros formen parte de un sicuerpo ensamblado al desprendimiento de un no-rostro.

lunes, 13 de mayo de 2013

La latencia

Entren de puntillas, pasen y vean, jornada de puertas cerradas en este museo público de la clandestinidad. No es tanto una cuestión de pudor, lo que ocurre es que no entiendo cómo hay quienes pueden vivir sin misterio. Lo que me asusta no es solo la falta del misterio propio. Me aterrorizan aún más las consecuencias que acarrea optar por una existencia tan explícita, pues supone el rechazo o la indiferencia hacia el misterio ajeno. No entiendo cómo tantos se interesan por lo desvelado y tan pocos por lo velado. El que ostenta busca lo ostensible y rechaza cualquier manifestación latente. La latencia no deja de manifestarse, es mi estado natural, vivo con una enfermedad cuyos síntomas permanecen ocultos para la mayoría, sobre todo para mí, o más bien, se muestran ocultos. No sé cuáles son, tampoco me importa. No quiero un diagnóstico, tampoco estar enferma. Prefiero estar latente y asomarme a la latencia de otros, aunque sea tan difícil encontrarla en un mundo de enfermos ex profeso, enfermos de profesión. Yo no ejerzo de enferma, gozo de una salud patógena.

viernes, 26 de abril de 2013

Hace unos meses

Vuelvo atrás, al 2 de julio del año pasado, y leo que en ese momento, como aquel hombre que imaginó Borges y que añoraba estar en Islandia junto a ella en el preciso instante en el que se encontraba en Islandia a su lado, yo también sentí nostalgia del presente. Ya no recuerdo exactamente qué presente era aquel, pues solo escribí en esa serie de apuntes, que se ha ido convirtiendo en lo más parecido a un diario que he llevado nunca, que estaba sufriendo la violencia de un recuerdo muy doloroso, un recuerdo que se filtraba en la memoria y que rememoraba a la vez, un recuerdo que coincidía en el espacio y en el tiempo con el momento presente que causaba esa melancolía. Ahora, al releerlo siento nostalgia de aquel presente, que ya es pasado. Quizá, cuando se me ocurrió registrarlo en mi diario, trataba de proyectarme en el futuro, de huir de la nostalgia del presente hacia una nostalgia del futuro, una nostalgia que padezco ahora, pero que anhelé meses atrás, aquel 2 de julio de 2012.

lunes, 22 de abril de 2013

El impacto del fin del mundo

El mundo podría acabar en los días impares y en los pares nacería de nuevo, aunque podría ser a la inversa. El orden no importa mucho, lo que cuenta es la rapidez, la presión y el impulso que remueve las vísceras de todos los seres al borde del apocalipsis. No es improbable que se produjese un cambio sin precedentes en las políticas sanitarias y en los laboratorios farmacéuticos. No se trataría de regular o reducir el impacto del fin del mundo, sino todo lo contrario, pues está comprobado que este tipo de experiencias generan adicción y aún peor, tolerancia. En los hospitales y centros de salud arrojarían el Prozac y el Rubifén para recetar en su lugar cataclismo en comprimidos o en solución monodosis. Pocos podrían soportar el principio del mundo, porque, en general, lo que menos soporta uno es el momento justo después de una sacudida. El movimiento puede ir desde una simple calada de cigarrillo, que asesta golpes a tus pulmones e intestinos, hasta una verdadera catástrofe natural que descompone todo aquello que te compone por fuera, esas calles y esos edificios que han llegado a constituirse como prótesis del cuerpo humano. Tras haber sufrido una convulsión de semejante calibre, uno no desea volver a empezar, sino volver a acabar y acabar de una vez, hay que precipitarse al final de verdad, al definitivo, y de no ser posible, hay que repetir sin interrupciones la falsa irreversibilidad de ese fin, para vivir, al menos, con la sensación de estar muriendo a toda costa, a todas horas.

viernes, 8 de marzo de 2013

Majadería desmadejada

Desmadejado es el participio de desmadejar y desmadejar se define como dejar desmadejado. Sin embargo, desmadejar no encuentra un antónimo en madejar, pues madejar no existe, no lo recoge el diccionario, no lo contempla el hablante. No lo contempla el hablante, ¿verdad? ¿Qué hacemos entonces cuando no desmadejamos, cuando algo, cuando alguien, no está desmadejado? ¿Cómo podemos madejar la situación? ¿Hay que desdesmadejarla? Me he desmadejado al tratar de crear un enigma que ya ha sido resuelto. Me he desmadejado y ya no hay enigma, sino majaderías. Majadero y desmadejado es este trabalenguas que se cree que por ser casi impronunciable es casi incomprensible; pero no hay nada que comprender, solo hay algo que no decir. Esta majadería desmadejada es casi indecible en la medida en que para articularla hay que realizar un esfuerzo mayor que el que requiere cualquier otro sintagma, cualquier otro discurso más corriente, menos insólito. Ahora bien, no por indecible es ilógica, sigue una cadena con sentido. La majadería desmadejada, lejos de su apariencia, no es locura, no es majadera, sino una expresión tan lúcida como aquella que pretende sacar la madeja de la masa desmadejada y madejar la situación.

miércoles, 20 de febrero de 2013

La locura



Creo que estoy embarazada.
A veces me pongo a llorar porque estoy loca.
No es que llore y la causa de mi llanto sea la locura,
sino que lloro porque me doy cuenta de que estoy loca y eso me duele.

Creo que no estoy embarazada.
A veces me pongo a llorar porque estoy embarazada.
Lloro porque noto que alguien dentro de mí me come
y yo dejo que me traguen.

Se lo traga todo menos las lágrimas.
Se lo traga todo menos…

¿Eres idiota? ¿Por qué escribes así? ¿Por qué dejas tantos espacios? ¿Te crees poeta? Menos mal que te he parado antes de que lo terminaras. Por favor, no vuelvas a hacerlo, no vuelvas a hacer poesía. No hay nada más ridículo que los falsos poetas.

Oye, déjame, eso no es una poesía. Es prosa vestida de poesía.

Tú misma lo has dicho, «vestida de poesía», lleva un disfraz, se intenta hacer pasar por lo que no es. Admites abiertamente la impostura. No eres más que una impostora.

Yo por lo menos reconozco el disfraz. Tú no eres capaz de asimilar que también te disfrazas. Descargas la culpa sobre mí y te cargas de razón, que no es razón, sino disfraz. El disfraz que oculta...

 la locura.