lunes, 13 de mayo de 2013

La latencia

Entren de puntillas, pasen y vean, jornada de puertas cerradas en este museo público de la clandestinidad. No es tanto una cuestión de pudor, lo que ocurre es que no entiendo cómo hay quienes pueden vivir sin misterio. Lo que me asusta no es solo la falta del misterio propio. Me aterrorizan aún más las consecuencias que acarrea optar por una existencia tan explícita, pues supone el rechazo o la indiferencia hacia el misterio ajeno. No entiendo cómo tantos se interesan por lo desvelado y tan pocos por lo velado. El que ostenta busca lo ostensible y rechaza cualquier manifestación latente. La latencia no deja de manifestarse, es mi estado natural, vivo con una enfermedad cuyos síntomas permanecen ocultos para la mayoría, sobre todo para mí, o más bien, se muestran ocultos. No sé cuáles son, tampoco me importa. No quiero un diagnóstico, tampoco estar enferma. Prefiero estar latente y asomarme a la latencia de otros, aunque sea tan difícil encontrarla en un mundo de enfermos ex profeso, enfermos de profesión. Yo no ejerzo de enferma, gozo de una salud patógena.

1 comentario:

Albert dijo...

Un mundo latente. Bonita idea. Un museo velado encantador, ha sido un placer la visita no-guiada. Gracias, saludos.