martes, 17 de febrero de 2009

Nada

No puedo hacer nada salvo escribir que no puedo. Tú me perturbas y ahora miro embobada al infinito creyendo ver tus manos en una canción que me sé de memoria. Cuento las notas que me quedan para llegar hasta ti, pero al final acabo componiendo una melodía con silencios prolongados que enseguida te encargas de romper. Eres la gota que me hace ver el vaso medio lleno y por eso me ahogo, me ahogas en mi optimismo. Desde que me clavaste esos ojos oscuros lo veo todo negro. No existe otro color. Hay azules que parecen verdes, rojos anaranjados, incluso grises blanquecinos; pero el negro siempre es negro. Ahora es más intenso que nunca, un negro abismal que te absorbe y te ciega. Ya no veo, ni oigo, ni como. Sólo me quedan unas manos, que escriben lo desgraciadamente feliz que me haces cuando no me dejas hacer, porque ahora no hago nada salvo escribirte que no hago.

jueves, 12 de febrero de 2009

Pesar una palabra

T. se incorporó y se dirigió hasta la cocina. Cogió de uno de los altillos una caja polvorienta y sacó de ella un peso viejo, casi arrugado. No sabía muy bien cómo proceder. Ni siquiera estaba seguro de que fuera lícito aquello que se había propuesto. Llevaba tiempo dándole vueltas en la cabeza, maquinando el modo de llevar a cabo su controvertido plan. Ahora que lo tenía todo a punto, se había quedado bloqueado, estaba perplejo, con los músculos entumecidos y la boca seca. ‘’No me va a doler, no me va a doler’’ decía para sus adentros. Lo sacó de su bolsillo, guardado en una bolsita de tela roja y a su vez, dentro de ésta, T. lo había envuelto en un pañuelo de terciopelo negro, como el coleccionista que conserva una reliquia. Lo dejó con cuidado en el peso. Pero la maquina permaneció inalterada, marcando un abyecto cero. T. lo agarró del pescuezo y ésta vez lo dejo caer con fuerza. El peso ni siquiera se inmutó. T. lo estrujó entre sus manos con los ojos inyectados en sangre y luego rompió a llorar. Más tarde, en la soledad de su alcoba, se enjugó las lágrimas intentando comprender porque los ‘’te quieros’’ de C. no se podían pesar, no valían nada.

lunes, 2 de febrero de 2009

Soy tu vómito

Hola, Tú:

Supongo que ya tenías una ligera idea de lo que te voy a contar, pero aún así, prefieres taparte los ojos. Según su etimología, bulimia viene del griego; boulomai, que significa literalmente, querer. De esta forma, podríamos definir el término clínico como un afán absoluto; unas ansias irrefrenables que hace ya algún tiempo experimento. El sentimiento aparece con más fuerza conforme se acerca la hora en la que te veré. Acumulo una bola de ideas y palabras que giran sobre si mismas en el estómago, como una lavadora con programa automático. Me remuevo en la cama con los ojos abiertos en la oscuridad. No veo nada, sólo siento letras empujando mis intestinos. Parece que van a salir disparadas por el ombligo, extirpando vísceras y succionándome la sangre, pero no. Se asientan en la boca de mi estómago haciendo presión, al mismo tiempo que crean una saliva amarga, casi tóxica. La garganta me arde tanto que pienso que al despegar los labios voy a escupir fuego. El reloj ya marca y media, sé que estarás allí, sé que me sonreirás y que probablemente yo te saludaré del mismo modo. Sin embargo, lo que en realidad me gustaría es vomitarte en toda la cara, arrojarte a esos ojos cegados la masa viscosa que se había ido gestando en mis intestinos, escupirte palabras que yo misma desconozco. Y a pesar de levitar ante la idea de poder mancharte el corazón con el vómito que tú has provocado, me callo y sonrío; tal y como esperabas. Te odio por ser la causa de esta enfermedad incontrolable y te quiero por la misma razón, pero sobre todo, te añoro, porque esa angustia sólo me mata de vez en cuando. Mientras tanto, permanezco en estado vegetativo hasta que vuelvas a activar mi bulimia y me vuelvas a dar la vida para comértela poco a poco y después vomitarme. Sólo soy tu vómito, pero ahora quiero ser también boca para propulsarme hasta la tuya y ahogarte entre esta grasa pegajosa en la que me has convertido.

Con cariño,

Yo