domingo, 9 de noviembre de 2008

Chocolat de la Belgique

Tal era el estado de apatía de Conrad Desmond que incluso caer rendido en su cama y dejarse llevar por la desidia le parecía una empresa demasiado complicada. Su mejor y única amiga, Myra Klieg, le había propuesto una escapada de fin de semana a Bruselas, para ver una exposición de arte moderno y de paso, frecuentar una chocolaterie y deleitar al paladar con los estimulantes del cacao. En cualquier otro momento, Conrad Desmond hubiera aceptado sin dudarlo pero ahora tenía todos los sentidos atrofiados, no sólo no podía ver ese plan con ojos aventureros, sino que estaba sordo y ahora sólo percibía interferencias radiofónicas y por consiguiente, ni siquiera era capaz de imaginarse lo que experimentarían sus papilas gustativas al mezclarse con un auténtico chocolate belga. Myra clavaba un iris negro suplicante directamente en el de Conrad, pero éste seguía ciego.

- No te lo tomes a mal, Myra. Me encantaría ir.

- Entonces, ven – insistía ella.

- No puedo, me da mucha pereza.

- En ese caso, por qué vivir si consumes muchas más energía que muerto.

- Lo he pensado, pero lo descarté porque el suicidio debe de ser, si cabe, más agotador que esperar a la muerte sin hacer nada, aun cuando faltasen más de cien años para que viniera a buscarme.

- Pues yo creo que no hacer nada requiere una dedicación absoluta y mucha más concentración que dejarte llevar por la corriente de la vida. Hay que poner empeño, por eso, como yo soy más vaga que tú, no intentaré resistirme a los efectos del chocolate y saldré en el vuelo de las 10.30

Conrad Desmond agachó la cabeza y la miró por encima de los cristales de sus gafas.

- Te acompaño – sentenció, rendido ante la indiscutible retórica de Myra

4 comentarios:

Marinel dijo...

Caramba,Alba, me parecía estar leyendo uno de esos libros que a veces leo yo de misterio, e incluso (ríete)me ha venido a la mente algún diálogo de esos de las películas de Harrison Ford o algo así...
Eres muy buena chiquilla, no lo dudes y no lo dejes ni por asomo,¡eh!
Muchos besitos.

Anónimo dijo...

Es interesante, sobre todo por la filosofía de vida que sugieres. Supongo que en ocasiones necesitamos todos una Myra, o un pellizco, que nos despierte de la modorra del pesimismo. Aunque, desgraciadamente, no todos hagamos caso siempre ante la indiscutible retórica. La cabezonería es algo que me caracteriza, no sé si yo la habría acompañado.

Aj, siempre me haces pensar. Y por cierto, mensaje para Marinel: ¿¿¿¿Harrison Ford????

Marinel dijo...

Alba, vengo a decirte que te he dejado un regalo en mi blog.Pasa cuando quieras a recogerlo.
Besos.

Corven Icenail dijo...

Entonces no seguimos existiendo sino que cedemos a la marea que nos hunde en la vida de nuevo una y otra vez???

Es genial, creo que voy a plagiártelo (neee, es broma, no creo que haría algo así.... creo...)