Se empeñan en disfrazarse con falsos vestidos de satén y trajes de chaqueta. Se jactan de su falsedad y, como muchos de vosotros, me dejo impresionar. Sonríen cuando lloran y cuando no lloran, también. Fingen tanto que aparentan fingir. Se han convertido en hordas insensibles que buscan a cualquiera que esté dispuesto a perder su identidad. Es una epidemia que persiste desde tiempos inmemoriales y a la que nos hemos acostumbrado. Nadie se extraña si responden con convencionalismos que ellos mismos se han impuesto. Lo extraño sería contestar con una frase espontánea. No hay religión que valga cuando se puede tener fe en la hipocresía. También carecen de valores, sólo creen en lo que todo el mundo cree. Ahora vienen hacía mí, no necesitan argumentos para convencerme, su indiscutible retórica me atrapa y yo también me disfrazo. Ha resultado fácil, la cobardía se comporta como un acto reflejo. Nadie me ve ni yo veo a nadie, solamente vestidos de satén y trajes de chaqueta.
4 comentarios:
Todos vivimos una mentira, el arte está en convencernos de que es real.
Se tratará, pues, de desnudar a cada una de las personas del mundo.
nos rodean y los rodeamos,
es un combate mudo y transparente que nadie quiere perder,
pero ellos ganan. siempre.
kiss
¿Quién no se deja embaucar? ¿quién tiene la capacidad necesaria de despegarse?
El mundo es un baile de sifraces,querida Alba y como siempre, los que ganan el premio son los que llevan los mejores...
Pensemos que los nuestros son mejores, que al menos solo tenemos uno hecho con todo el cariño del mundo...
¡Es que hay que consolarse como sea!
Muy humano y tan bien escrito como siempre.
Un beso.
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