viernes, 12 de junio de 2009

Insomnio de un enfermo

La cabeza le da vueltas, muchas vueltas. Recorre el mundo en un momento, y una vez que llega a la meta, que es también el punto de partida, empieza de nuevo. No puede dormir, será por remordimiento o tal vez por el calor. Quizás ambas cosas valen. Se arrepiente de lo que no hizo y teme que el sol del verano le derrita antes de triunfar o fracasar en esa empresa imposible. Con el epíteto de imposible ya nos adelanta algo terrible. Parece un barco a la deriva destinado a hundirse, como su cabeza que da vueltas en mitad de la tormenta.

Pero su objetivo es adelantar al oleaje y retarle a una carrera. Es más, aspira a ser el oleaje para sumergirse por sí solo y no tener que rendir cuentas a nadie. Empieza por escribir todo lo que está agujereando su cerebro en ese momento. No le hace falta una segunda lectura, mientras plasma sus pensamientos en el papel se convence del sinsentido de la vida. Como después de esto no podía concebir algo peor, se tranquiliza, ha visto el borde del abismo. Ahora puede dormir tranquilo. Menos mal, el insomnio había comenzado a hacer de las suyas, y en pocos días le había robado tres kilos de masa corporal. Desgraciadamente, la cerebral seguía pesando lo mismo. Es por esto que le costaba sostener la cabeza sobre sus hombros. La diferencia de peso entre cabeza y cuerpo aún no era demasiado grande, pero tenía miedo de que pronto si lo fuera y la cabeza acabara cayéndosele, o, lo que es peor, acabara perdiéndola. ¿Acaso no la habría perdido ya, y su falta de sueño era uno de los síntomas de esa repulsiva enfermedad?

1 comentario:

Mario Pina dijo...

A mí últimamente me cuesta dormir también. El "también" es totalmente intencionado: aunque escribas en 3ª persona a mí no me engañas. El calor no ayuda, definitivamente. En el invierno encuentro cierto consuelo al arrebujarme entre las sábanas, creando como una especie de fuerte o caparazón infranqueable, entonces allí me pierdo y noto cómo el calor que desprendo se va apoderando de todo, lentamente, haciéndolo mío. En verano uno lucha contra ese calor, es como un extraño en una cama que le fue propia meses antes, cuando el frío. Igual desvarío porque tengo sueño y estoy de exámenes. En fin, que yo tampoco puedo dormir.