miércoles, 8 de abril de 2009

Minucias

Son pequeñas cosas, insignificantes si las miras desde lejos, pero de cerca se agrandan y toman forman, se van moldeando hasta que alcanzan dimensiones de una pirámide egipcia. Pequeños placeres tan simples como abrir el frigorífico y beberte la leche directamente de brick, tan dulces como luchar con tus párpados segundos antes de quedarte dormido en el sofá del salón, acurrucado por el sol y por un libro abierto que termina por ceder al letargo que se ha apoderado de ti hace un momento. Se trata de instantes, efímeros y sin embargo consustanciales al sabor a veces insípido del día a día, podrían definirse como el edulcorante de una jornada amarga, como la galleta de mantequilla que acompaña a un café solo. Estirar los brazos hacia el cielo, de manera que parece que se te vayan a despegar del cuerpo, y luego girar el cuello y sentir un crujido de madera vieja y húmeda es un ejemplo de ese momento extático que dura menos que un parpadeo pero que se aborrecería si viniera como los clásicos del cine en versión extendida. Meter el dedo índice en el bol, impregnarlo de masa cruda y lego darle un lametazo mientras preparas un bizcocho, rascarte la cutícula de las uñas como un autómata hasta que duela, colocar la palma de la mano a unos pocos centímetros de los ojos y jugar a enfocar y a desenfocar el fondo de manera intermitente, sentarte sobre el césped húmedo y arrancarlo con la intensidad de un psicópata, explotar burbujitas de plástico, subir escaleras con los ojos cerrados y perder la noción del espacio y del tiempo sintiendo sólo claroscuros que se te enganchan en las pestañas, encogerte sobre una silla en posición fetal mientras lees y al levantarte experimentar ese cosquilleo de unos músculos que tratan de desentumecerse; todo eso y algunas cuantas cosas más, constituyen esas minucias que importan cuando parece que nada importa. No todo está perdido si sigues cantando en la ducha, disfrutando de unas notas destrozadas.

1 comentario:

Mario Pina dijo...

Las minucias son imprescindibles en la literatura. Y en la literatura hay mil minucias que pasan también desapercibidas. Olores, sabores, texturas, que el autor ofrece en forma de palabras y no nos paramos a degustar. Creo que me paso el día observando minucias y no sé, a veces preferiría poder verlo todo desde lejos y no preocuparme. Pero tengo la manía de mirar y meditar demasiado, con lo peligroso que es eso en determinados temas...

Un abrazo.