lunes, 23 de noviembre de 2009
Carencia de abundancia
domingo, 15 de noviembre de 2009
Dos cucharadas soperas de nostalgia

Hoy es uno de esos días en los que podría ahogarme en un vaso de agua, o en un vaso vacío simplemente.
Hoy creo que ni siquiera necesitaría el vaso, me ahogaría con mi propia respiración, viciada, sofocante, enrarecida con el humo de la memoria, que echa chispas intentando provocar un cortocircuito entre el olvido y el recuerdo. Puede que nunca te lo hayan dicho, para que tu sistema retentivo siga trabajando como si nada y no lo presiones implorando nostalgia en cualquier mirada esquiva. Pero yo ahora sí que te lo digo, porque hoy más que nunca echo de menos, echo de menos sin un objeto directo concreto. Echo de menos no estar allí, y allí, echo de menos no estar aquí. Incluso hay veces en las que echo de menos no echar de menos y me inyecto imágenes lejanas a modo de sedante. A medida que avance el tiempo y que las experiencias se acumulen en un cajón de tu habitación te irás dando cuenta de lo que trato de explicarte. Quizá ya hayas elegido un lugar remoto, una boca inconforme o un día de otoño que añorar. Tal vez lo estés evocando ahora mismo. Aún así, no alcanzarás a comprenderlo hasta que justo después de coger un tren sientas que acabas de perder otro. Hoy es uno de esos días en los que me acuerdo de que a lo mejor desearía tener amnesia, pero sin embargo, acabo prefiriendo ahogarme sin vaso y sin agua. Sírvame un plato de melancolía, por favor, con eso me basta.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Vicios

Click to Play
Seguí beneficiándome del humo ajeno hasta que un día, a los trece, me ofrecieron un cigarrillo. Me gustó demasiado, y, como todo esto socialmente está mal visto, traté de disimular la satisfacción que éste me proporcionaba. Aunque no por ello dejé de fumar, robaba pitillos a diestro y siniestro y me los fumaba sola, porque manteniendo aquel placer en secreto atenuaba la culpa que experimentaba cada vez que me llevaba a la boca un cigarrillo.
El tiempo pasó y yo continué con mi ritual, dándole de vez en cuando a aquel vicio clandestinamente. Pero, a pesar de todo, me negaba a reconocer que estaba enganchada, porque nunca en todos esos años había pagado por aquel tabaco. Siempre conseguía apañármelas para robárselo o gorronearle a alguien. El momento decisivo llegó cuando un día se me acabó cualquier alijo que pudiese tener y me entraron unas ansias irrefrenables de fumar. No pude evitarlo, de repente perdí el control de mi cuerpo y mis piernas empezaron a caminar en dirección al estanco más cercano. Como un autómata compré un paquete. Lo abrí antes de llegar a casa y encendí el cigarrillo con una carga de conciencia enorme. Succioné contrita y cada calada me sabía más amarga que la anterior, ya que las había pagado y, tenía todos los puntos para convertirme oficialmente en una adicta, o quién sabe, quizá en algo peor. Aunque no me hagan mucho caso, todo esto son cavilaciones mías, porque tampoco he pagado por ninguno de sus besos, y aún así, ingresé en un centro de desintoxicación mucho antes de que me diera el primero.
Advertencia
lunes, 28 de septiembre de 2009
Mirar al infinito
- Si sigues analizando el infinito te perderás lo finito. Mirar al infinito es no mirar, es cegarse ante la vida – le gritaron a uno de esos soñadores
Él soltó una carcajada a modo de respuesta y apartó la vista antes de que el infinito desapareciera creyendo que le habían dado platón.
domingo, 20 de septiembre de 2009
Con un buen chorro de aceite, por favor
Discúlpenme, es que hoy se me ha acabado la sal, y al llevarme la cena a la boca me ha llegado ese hedor a insulso, parecía incluso que estaba cruda, sí, ya saben, como es ella, sosa.
martes, 15 de septiembre de 2009
A veces a medias
viernes, 4 de septiembre de 2009
Oquedad
- Sí, últimamente yo también me siento un poco así – le dije, aunque puede que fuese por cortesía, o eso quería pensar
- Ya me lo imaginaba, porque al encontrarte el mundo me ha parecido un poco menos frívolo.
En ese momento a mí también me lo pareció, pero no se lo dije por si se trataba de uno de esos deseos que es mejor guardar para uno mismo si quieres que se cumplan. Mas en el fondo también callé como sólo los cobardes saben hacerlo.
sábado, 22 de agosto de 2009
M de miedo
Poco más tarde, cuando creía haber conciliado el sueño, se despertó en mitad de la noche. Consiguió, frente al teclado del ordenador, sacar unas líneas. Escribió sobre su bloqueo literario y averiguó qué le sucedía: tenía miedo, sobre todo, miedo a escribir, porque nunca era más sincero que cuando escribía. Puede que en sus textos añadiera anécdotas inventadas en el momento, pero el trasfondo era de una verosimilitud terrorífica. A nadie le gusta que le mientan, aunque a menudo preferimos dejarnos engañar. Sin embargo, el escritor era consciente de que no hay verdad más dura que la de saberse en una mentira. Asumió esto y se enfrentó a su miedo escribiéndole cuánto miedo le tenía. Bastó menos de una hoja para que éste, amedrentado, huyera después de haber probado su propio veneno.
viernes, 7 de agosto de 2009
La princesa de escarcha
lunes, 6 de julio de 2009
Un grave error
domingo, 5 de julio de 2009
Desarraigo
domingo, 28 de junio de 2009
El hambre en el mundo
En este mundo no tiene cabida el término medio, especialmente en los temas que giran en torno a la comida, o te mueres de hambre, o te mueres por cualquier enfermedad que tenga que ver con los excesos alimentarios; colesterol, obesidad etc. La solución, como en la mayoría de las cosas, residiría en equilibrar la balanza. Quizá si metiésemos en una cajita toda el hambre posible que amenaza al planeta, y lo repartiéramos equitativamente, el eterno problema se extinguiría. Compartir el hambre, constituiría por lo tanto, la mejor forma de combatirlo. No andaba yo tan mal encaminado cuando leí el cartel. Puede que escriba una carta sugiriendo que cambien su campaña. No sé si resultaría más efectiva, pero tal vez sí más apropiada.
domingo, 21 de junio de 2009
Decisiones y dolores de cabeza
Mientras discurrían estas elucubraciones, el Sr. J se atrevió a intervenir ‘’No se engañe usted, ya sabe qué camino tomará. Pero la veo aterrorizada y a ese miedo no le da la gana dejarla elegir’’ Cuánta razón tenía el Sr. J. Parecía la voz de mi conciencia. Tal vez fuera Pepito Grillo disfrazado para no asustarme ya más de lo que estaba. Lo cierto es que tenía la sensación de que algo dentro de mí ya había escogido y temía que esa decisión fuese la correcta. Por eso ni siquiera podía decir en voz alta que me había decantado ligeramente hacia un lado o hacia otro. El miedo alimentaba ese mutismo, y sólo podía hablar de lo que no había decidido.
Atendiendo a los dos tipos de decisiones ya citadas, las consecuencias se distinguirían en otros dos grupos, las que te llevan al arrepentimiento y las que no. ‘’Elegirá usted bien haga lo que haga’’ continuaba el Sr. J. Todo lo que pronunciaba sonaba tan convincente que no podía rebatir ni una sola de sus palabras. Deambula por ahí un, quizás falso, mito que reza que si cuando pides un deseo cuentas a alguien en qué consiste ese deseo, éste no se cumplirá y tu sueño se irá al garete. Esto que me angustia ahora no es exactamente un sueño, más bien una decisión que me ha quitado el sueño. Aunque por esto último también culpaba a los tres cafés que llevaba encima, que, por cierto, había sido yo la que había decidido bebérselos. Quizás fue por remordimientos, pensé que pasando más tiempo despierta dispondría de más tiempo para aclarar mis ideas.
Son las cinco y media de la mañana y aún no he rechazado nada, aunque estoy a punto. Creo que sea lo que sea saldrá bien, también puede salir mal. Sin embargo, he pensado que cuando por fin escoja, escogeré también que la elección tenga éxito, sólo para asegurarme.
viernes, 12 de junio de 2009
Insomnio de un enfermo
Pero su objetivo es adelantar al oleaje y retarle a una carrera. Es más, aspira a ser el oleaje para sumergirse por sí solo y no tener que rendir cuentas a nadie. Empieza por escribir todo lo que está agujereando su cerebro en ese momento. No le hace falta una segunda lectura, mientras plasma sus pensamientos en el papel se convence del sinsentido de la vida. Como después de esto no podía concebir algo peor, se tranquiliza, ha visto el borde del abismo. Ahora puede dormir tranquilo. Menos mal, el insomnio había comenzado a hacer de las suyas, y en pocos días le había robado tres kilos de masa corporal. Desgraciadamente, la cerebral seguía pesando lo mismo. Es por esto que le costaba sostener la cabeza sobre sus hombros. La diferencia de peso entre cabeza y cuerpo aún no era demasiado grande, pero tenía miedo de que pronto si lo fuera y la cabeza acabara cayéndosele, o, lo que es peor, acabara perdiéndola. ¿Acaso no la habría perdido ya, y su falta de sueño era uno de los síntomas de esa repulsiva enfermedad?
jueves, 4 de junio de 2009
Distancia
Yo quería irme lejos para estar cerca. Anhelaba un destierro que me alejara de ti y poco a poco me fuera acercando a mí. Ese invierno partí al exilio emocional. Pero me confundí, inicié mi viaje en la dirección equivocada. Huí de mi mismo, te encontré y me inventé una excusa para no verte: dibujé un camino con muchos Kilómetros de por medio entre tú y yo. Me insistías en que fuera de vez en cuando a visitarte, pero sentía nauseas si me imaginaba cruzando aquella carretera tan lúgubre. Intenté rehacer ese esbozo de sendero y cambiarlo por un par de manzanas fáciles de atravesar. Sin embargo, nunca se me ha dado bien eso de dibujar, cuando cogí la goma, en lugar de borrar el camino acabé borrándome a mí. Ya no hay distancia, ni siquiera compartimos un mismo mapa. Si al menos te hubiera advertido de mi pésimo sentido de la orientación, quizás ahora podrías leer una confesión más alegre.
miércoles, 27 de mayo de 2009
Retrete
lunes, 18 de mayo de 2009
El tabaco puede matar(me)
Hay muchos asesinos en serie que se pasean mostrando su crimen tan ricamente. A la gente le da igual, es un homicidio consentido. En los periódicos dicen que en el ranking de muerte violenta el suicidio ostenta el primer puesto. ¿Qué pasa con el pobre cigarrillo? Nadie se acuerda de él cuando lo succionan impunemente y luego lo descuartizan con un pisotón o, simplemente, estrujándolo contra la pared.
Creo que tengo el síndrome de la calada. A menudo me siento cigarrillo y observo cómo me consumo, mientras con el humo que desprendo daño los pulmones de los que favorecen esa especie de autodestrucción.
sábado, 16 de mayo de 2009
Hipótesis inexplicable
Entierro nietzscheano
miércoles, 13 de mayo de 2009
Alcoholismo infantil
domingo, 10 de mayo de 2009
Víctima y verdugo
viernes, 1 de mayo de 2009
Silencio
Han pasado casi diez minutos y nadie ha dicho nada. Lo mejor es que ni siquiera me he dado cuenta. El silencio se había apoderado incluso del café, la cuchara que movía haciendo círculos maquinalmente no producía ningún sonido al chocar con las paredes de la taza. En ese tipo de situaciones, normalmente escucho crujir mis párpados al pestañear, suelen chirriar como una puerta envejecida al cerrarse. Pero esta vez no se oía nada, ni el estruendoso pensamiento del que se sabe mudo. Se trataba, pues, de un mutismo acogedor, que nos arropaba y nos hablaba mediante infrasonidos. Por un momento, estuve tentada a quebrarlo, a romper esa magia y farfullar cualquier estupidez. Hay veces en las que se habla, aunque no se no se diga nada, con tal de evitar el silencio. En ocasiones es preferible evitar directamente los encuentros en los que se puedan producir esos silencios incómodos. Porque ya se sabe, tanto el que disgusta como el que gusta se delatan cuando callan. Sin embargo, la diferencia entre ellos es abismal, el odio se mide en gritos, pero el amor, siempre en silencios.
lunes, 27 de abril de 2009
Una calada de palabras
Un día le pregunté por qué fumaba y ella me contestó que lo hacía por la misma razón por la que hablaba, porque si no, la nube de humo que llevaba en su interior se acumularía, padecería retención de líquidos, engordaría y al explotar inundaría el planeta.
sábado, 18 de abril de 2009
Landry Fachou
Landry Fachou conocía de sobra el efecto que causaba en los demás y supo exprimir aquella virtud que en él constituía un arma defectuosa de doble filo llamada carisma. Según los cánones de belleza de la época, Landry Fachou era un hombre bastante atractivo, pero lo que la moda no podía calibrar era la podredumbre y el hedor a hez de caballo que se había gestado en su interior. Puede que fuera guapo, pero por dentro estaba podrido. Amarle suponía una aventura tan peligrosa como morder una fruta envenenada.
Un día dijo una verdad sin querer. No se dio cuenta de que lo hacía, pero al pronunciarla se sintió extraño. Experimentó una especie de decepción hacia sí mismo, casi parecía un engaño. Como nadie estaba acostumbrado a oír ese tipo de cosas de los labios de Landry Fachou, todos se miraron boquiabiertos y enseguida pensaron que se trataba de una broma sin importancia. Entonces Landry Fachou rectificó, mintió sobre su verdad para que pareciese creíble y de esa manera, todos los allí presentes volvieron a depositar su confianza en él.
jueves, 16 de abril de 2009
Debussy y su romanticismo
lunes, 13 de abril de 2009
Sellos de tinta invisible
Aunque haya enviado muchas, siempre me he considerado una mala escritora de cartas, o una mala escritora a secas. De todas formas, yo seguía haciendo mis reflexiones y continuaba con mi juego de cartera. Conservaba la ingenua esperanza de leer una contestación que me inquietara y me hiciera poner algo sobre el papel que no careciera de sentido. Con el tiempo me di cuenta de que había muy pocas posibilidades de que ese alguien respondiera a mis plegarias. Me llegué a decir a mi misma que si algún día recibía ese maldito sobre no volvería a escribir para vengarme y causarle al inoportuno emisor la misma ansiedad que experimenté en ese ínterin.
Ahora sé que no las leía, o al menos, no en serio. Por eso dejé de escribirle y comencé un nuevo cuaderno de apuntes que bauticé como Fotogramas psicosomáticos, dejando que el destinatario se eligiese a si mismo como tal y convirtiéndome en una especie de sobre sin remitente en esta comunicación azarosa.
miércoles, 8 de abril de 2009
Minucias
jueves, 2 de abril de 2009
Manía persecutoria
- No me gusta – reprochó la pequeña – Es un cuento incompleto. ¿Dónde está el príncipe azul?
- No hay, me dijo que prefería seguir siendo rana.
lunes, 30 de marzo de 2009
Cadena perpetua
lunes, 23 de marzo de 2009
Medusa de poca monta

La inocencia se transformó en llanto y enseguida, en furia. Intentó metamorfosearse en Medusa y cambiar sus ojos tímidos por unas corneas sangrientas que petrificaran a todo aquel que osase mirarla. Sería una Medusa que no se dejaría vencer ni por un Perseo escoltado por un séquito de tanques. Pero la metamorfosis fracasó. Los ojos que petrificaban se quedaron en una inofensiva mirada desencajada y las serpientes, en una generosa ración de espaguetis. Enfundada en aquel traje mitológico de pacotilla fue más desgraciada que nunca. Pocos días después acabó devorándose a si misma y murió a causa de una indigestión con un plato de pasta a la boloñesa.
viernes, 20 de marzo de 2009
Sinestesia geométrica
En verano hicimos una excursión al zoo. Yo estaba a su lado cuando pasamos por la zona donde se encontraban las jirafas. El niño, con unos ojos desorbitados y una sonrisa diabólica se dirigió a mí.
- Mira, esa jirafa tienen forma de nube – dijo señalando a una directamente en el hocico.
-Ya, y el sol, de galleta – le contesté
A partir de ese día el niño extraño siempre decía en los días nublados que las jirafas tenían hambre y todas querían comerse la única galleta que había. Al principio lo tomé por loco, yo sólo veía un puñado de nubes amorfas, pero poco a poco me fui cegando o dejando cegar.
jueves, 12 de marzo de 2009
Patología
En un primer momento, todos sus allegados y familiares se alegraron al descubrir aquella milagrosa recuperación, pero tardaron poco en reprocharle la mediocridad en la que se había sumido. Nadie dudaba de su potencial y todos criticaban su manera de desperdiciarlo. Es por ello que tramó en secreto su maquiavélico plan; enfermaría de nuevo, sufriría y aprendería de sus desgracias. El orden se haría dentro del caos y alcanzaría una ligera alegría en la tristeza más absoluta. Dos años después, Conrad Desmond había publicado tres libros, dos de los cuales ya habían sido traducidos al inglés y al francés. La genialidad le consumía, su vida era tan gris como su escasa cabellera que envejecía por segundos. Se suicidó a los 47 años porque no quería morir viejo. Tras su muerte dejó diecisiete novelas, un ensayo filosófico y un sinfín de entrevistas para periódicos, revistas y demás medios de comunicación que veían en Conrad Desmond el prototipo perfecto del artista romántico, ideal para generar polémica que sirva en las tertulias televisivas y en un publico que no sabe lo que quiere. Por aquel entonces, pocos había que lo entendiesen, la mayoría desaprobaba su excéntrico comportamiento. Pero todo el mundo hablaba de él, sus obras cautivaron a mucha gente y no habría sido así si Conrad Desmond hubiera vivido cuerdo.
miércoles, 4 de marzo de 2009
La tienda de dulces
El rodeo que realizaba, a menudo incluso más de dos veces al día, terminó resintiendo sus rodillas. La abuelita tuvo que ayudarse de un bastón al cabo de poco tiempo. Unos golpes punzantes y afilados no tardaron mucho en atacarle los nervios de la pierna izquierda. Fue entonces cuando optó por recluirse en su casa y no dar más pasos que los que separaban la cama de la mecedora del salón.
El sedentarismo la desgastó por completo. En su nueva vida no experimentaba más emoción que la que puede haber en la de una ameba. Lo único que paliaba aquella agonía estática eran los pasteles de chocolate que su hija le compraba en la tienda de dulces de las esquina.
domingo, 1 de marzo de 2009
Como perros y piensos
No hay vida más estoica que la de un perro salvo la de su comida. Los amos que se dan cuenta de esto no saben que es peor; si ver morir a su perro de hambre o al pienso de aburrimiento.
martes, 17 de febrero de 2009
Nada
jueves, 12 de febrero de 2009
Pesar una palabra
lunes, 2 de febrero de 2009
Soy tu vómito
Supongo que ya tenías una ligera idea de lo que te voy a contar, pero aún así, prefieres taparte los ojos. Según su etimología, bulimia viene del griego; boulomai, que significa literalmente, querer. De esta forma, podríamos definir el término clínico como un afán absoluto; unas ansias irrefrenables que hace ya algún tiempo experimento. El sentimiento aparece con más fuerza conforme se acerca la hora en la que te veré. Acumulo una bola de ideas y palabras que giran sobre si mismas en el estómago, como una lavadora con programa automático. Me remuevo en la cama con los ojos abiertos en la oscuridad. No veo nada, sólo siento letras empujando mis intestinos. Parece que van a salir disparadas por el ombligo, extirpando vísceras y succionándome la sangre, pero no. Se asientan en la boca de mi estómago haciendo presión, al mismo tiempo que crean una saliva amarga, casi tóxica. La garganta me arde tanto que pienso que al despegar los labios voy a escupir fuego. El reloj ya marca y media, sé que estarás allí, sé que me sonreirás y que probablemente yo te saludaré del mismo modo. Sin embargo, lo que en realidad me gustaría es vomitarte en toda la cara, arrojarte a esos ojos cegados la masa viscosa que se había ido gestando en mis intestinos, escupirte palabras que yo misma desconozco. Y a pesar de levitar ante la idea de poder mancharte el corazón con el vómito que tú has provocado, me callo y sonrío; tal y como esperabas. Te odio por ser la causa de esta enfermedad incontrolable y te quiero por la misma razón, pero sobre todo, te añoro, porque esa angustia sólo me mata de vez en cuando. Mientras tanto, permanezco en estado vegetativo hasta que vuelvas a activar mi bulimia y me vuelvas a dar la vida para comértela poco a poco y después vomitarme. Sólo soy tu vómito, pero ahora quiero ser también boca para propulsarme hasta la tuya y ahogarte entre esta grasa pegajosa en la que me has convertido.
Con cariño,
Yo
lunes, 26 de enero de 2009
Granitos de arena
lunes, 19 de enero de 2009
Instrucciones para fundar una nueva religión
lunes, 12 de enero de 2009
Sobre nuestro carnaval
- ¿Por qué llevas esa ridícula máscara? – le interrogué
- Porque tengo miedo
- ¿Y a qué tienes miedo?
- A no llevarla – sentenció
Yo quería arrancársela de cuajo y romperla en mil pedazos pero cuando descubrí lo que había debajo de ese disfraz quedé tan fascinada que olvidé por completo el principal propósito de mi aventura. Acabé enmascarándome yo también y ahora los dos esperamos a que alguien ponga fin a este carnaval.
sábado, 3 de enero de 2009
Fragmentos incompletos
Mientras hablaba, Carlos apuntaba su nombre completo en un trozo de papel. Ella lo observaba intrigada. Cuando le enseñó su garabato para comprobar si lo había escrito correctamente, Helena apretó los dientes y arrugó los labios. Con gesto iracundo pero fingiendo cortesía se dirigió de nuevo a él.
- Helena se escribe con ‘’h’’
- En Inglaterra, pero en castellano la ‘’h’’ es prescindible.
-¿Me estás diciendo cómo tengo que escribir mi nombre? – elevó el tono de voz.
- Me parece cursi ponerle ‘’h’’ cuando en el lenguaje oral no se aprecia. ¿Para qué quieres recargarlo con grafías que no suenan?
- Está aceptado de las dos maneras y a mí me gusta así. Además según tu teoría deberíamos eliminar la ‘’h’’ del castellano.
- No, cuando va detrás de una ‘’c’’ sí que es útil. Para el resto de los casos, es innecesaria.
- Me niego a trabajar con un terrorista de la etimología que me llama Helena sin ‘’h’’
- ¡Pero si suena igual! Si no te lo hubiera escrito ni siquiera te habrías dado cuenta. Te has delatado tú misma.
Discutieron un poco más hasta que Carlos cedió y colocó una ‘’h’’ donde ella le indicaba. Luego siguieron hablando, Carlos le contó sus peripecias de cuando trabajaba en la redacción y ambos se sumergieron en una conversación de sueños frustrados.
- ¡Periodista tenías que ser! Sólo a alguien así se le ocurriría la idea tan descabellada de cambiar todo el léxico español para ajustarlo a su propia ortografía.